Nan Goldin y el backstage de la vida

Nan Goldin. Exposición personal de Nan Goldin: Galería Javier López. C/ José Marañón, 4. Madrid. Hasta el 30 de Diciembre.

 

Nan Goldin
Joana dressing after the bath, Sag Harbor, NY, 2001.
Cibachrome. Dim. 70 x 102 cm. Ed.: 4/15. Courtesy: Galería Javier López, Madrid. 2009.
  

En el actual panorama expositivo madrileño llama bastante la atención esta muestra de la galería Javier López dedicada a Nan Goldin (Washington D.C., 1953); sobre todo si se considera que desde el 2002 – año en el que la fotógrafa norteamericana ganó el Premio PhotoEspaña y el MNCARS le dedicó la retrospectiva Devil’s playground – en este País no se han tenido muchas ocasiones para apreciar su obra en el ámbito de una exposición individual.

Por su típico corte de la realidad, fundamentalmente autobiográfico y descriptivo, que se materializa en “fotografías-verdad” transgresoras e impactantes (tanto en sus contenidos como en sus encuadres) Nan Goldin está considerada unánimemente como una de las intérpretes visuales más representativas de la estética postmoderna y de la cultura underground metropolitana de finales del siglo XX. De hecho, a partir de los años ochenta, su fotografía revitalizó el género documental, privilegiando el afán descriptivo y convirtiendo la ausencia de “filtros” estéticos en el signo de identidad de su peculiar labor artística. Sus instantáneas sancionaron el abatimiento definitivo de las fronteras entre algunas categorías culturales dicotómicas tradicionales, como “masculino-femenino”, “elitista-pop(ular)”, “público-privado”, “íntimo-social” etc.

Unificando lo anecdótico y lo universal de la condición humana dentro del marco de unas imágenes directas, a menudo chocantes, la obra de Goldin tiende a reflejar la realidad en sus aspectos más crudos. Sus referencias temática principales proceden de un mundo que podríamos definir “de backstage”: es decir, compuesto por una muchedumbre de personajes que se mueven en entornos subculturales urbanos (punk, grunge, queer, transgender etc.); en pequeños microcosmos de bares, locales y pisos compartidos; en los lugares íntimos de las relaciones sexuales, del consumo de droga o de la manifestación de la violencia, de la marginación etc. Muy a menudo el realismo fotográfico autorreferencial y low profile de Goldin otorga protagonismo a la vida de sus amigos o de personajes anónimos y la exhibición del cuerpo – con su desnudez esencial y su fisicidad primordial – constituye uno de los tópicos más recurrentes de su obra.

Curada en colaboración con la galería portuguesa Mario Sequeira, la exposición presenta una veintena de fotografías, subdivididas en dos series pertenecientes a momentos distintos de la trayectoria creativa de Goldin. El primer ciclo está compuesto por 6 obras en blanco y negro, de medio formato, realizadas entre 1971 y 1973 (periodo inicial de la trayectoria artística de Goldin). Se trata de retratos marcados por cierta implicación emocional de la artista, la cual parece buscar soluciones evocadoras todavía bastante lejanas del crudo realismo que caracterizará, en cambio, sus obras sucesivas. En obras como Suzanne as a ghost, Boston, 1971 o Bea with teacup, Boston, 1973 se puede apreciar muy bien como en esta primera fase Goldin manifiesta una profunda atención por captar los aspectos personales e introspectivos de los sujetos retratados a partir de un notable control de la técnica y de las convenciones estéticas.

La segunda serie está compuesta por fotografías en color, de gran formato, realizadas entre 1997 y 2003. El periodo entre finales de los años noventa y los primeros años del siglo XXI ha sido definido como periodo de la “reconciliación” de la artista con la humanidad, ya que las fotografías se hacen generalmente menos chocantes. En estas piezas aparecen incluso interesantes referencias a obras pictóricas “clásicas” y contemporáneas. De hecho se pueden entrever analogías y citaciones de algunos cuadros de Edward Hopper, que representa sin duda un antecedente pictórico muy importante de la obra de Goldin. Al igual que ella, Hopper se interesó por el tema de la soledad, por la intimidad ajena, por un cromatismo directamente vinculado con la psicología del sujeto representado y por el uso de una luz casi metafísica. También puede individuarse un vínculo entre algunas de estas fotografías de Goldin y los interiores holandeses del siglo XVII pintados por un maestro como Johannes Vermeer (sobre todo por el tipo de encuadre y la iluminación). Una obra muy significativa, en este sentido, es Joana dressing after the bath, Sag Harbor, NY, 2001, en la que la luz reviva el color del cuerpo de la mujer, de su ropa y de los objetos del cuarto de baño, a la vez que describe cierta inquietud reflexiva de su psicología. El interior del contexto doméstico evoca una atmosfera de suspensión espacio-temporal, como si se tratase del fragmento congelado de una narración cortada. También se hace referencia a la pintura de Caravaggio, en Jens fucking Clemen after Caravaggio, Paris, 2001. En esta obra la relación explícita con el pintor lombardo se aprecia no solamente en el título, sino también en la manera de dar a los cuerpos un relieve casi escultórico, a través de la iluminación lateral, mientras que la subdivisión de la composición en zonas de luces y sombras da a la imágen un tono solemne, casi dramático.

En conclusión, se trata de una exposición muy recomandable, ya que representa una buena ocasión para disfrutar de la obra de Goldin en primera persona y apreciar la evolución de su trayectoria creativa.

2 thoughts on “Nan Goldin y el backstage de la vida

  1. Impressionate estas fotos. Vi uma grande exposição de Nan Goldin em Serralves ( Museu de arte Contemporanea no Porto ) e fiquei completamente rendida – uma visão crua e profunda do outro lado da Vida mais sofrida e deprimente

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